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Mary Parker Follett, precursora de la ética empresarial

Mary Parker Follett, precursora de la ética empresarial

 

Domènec Melé

 

La filósofa Mary Parker Follett vivió entre 1868 y 1933. Tras estudiar filosofía, psicología, ciencias políticas e historia, escribió sobre política, en concreto sobre la organización y dirección industriales. Aunque no se centró en la ética empresarial o en la ética de la dirección empresarial per se, pueden hallarse algunas referencias implícitas e incluso explícitas a estos temas en su obra.

Follett sostenía que el directivo debe aceptar los estándares establecidos por las asociaciones empresariales profesionales. También era consciente de la contribución de la dirección empresarial al desarrollo individual y al bienestar y la cultura de la sociedad. Asimismo, elaboró un planteamiento seminal de la teoría de los grupos de interés.

En su artículo "Ethics in Management: Exploring the Contribution of Mary Parker Follett" ("La ética en la dirección empresarial: un estudio de la aportación de Mary Parker Follet"), el profesor del IESE Domènec Melé estudia la obra de Follett y concluye que la autora fue una auténtica pionera en el tema de la ética en la dirección empresarial aun cuando la mayoría de sus ideas precisaban un desarrollo ulterior.

Seguramente uno de sus razonamientos más importantes sea que la toma de decisiones debe tener en consideración varios aspectos y hacerse de forma integrada. Es decir, no deben separarse las decisiones económicas de las éticas. Follett afirmó: "No creo que tengamos problemas psicológicos, éticos y económicos. Tenemos problemas humanos con aspectos psicológicos, éticos y económicos, y a menudo legales". Melé interpreta esta certeza como una manera indirecta de entender que la ética no es algo externo a la empresa. "Por debajo de nuestro pensamiento subyacen determinados principios que han de ser aplicados a nuestros problemas", señaló la autora.

Follett también hizo hincapié en la necesidad de establecer unos estándares éticos en el seno de la profesión de directivo empresarial. Insistió en que las asociaciones empresariales deberían elaborar unos estándares y que éstos no deberían surgir de las demandas públicas ni de una determinada cultura social.

Otra de las contribuciones de Follett fue su intuición respecto a la gestión de los grupos de interés y el modo de resolver los conflictos entre ellos. Los grupos de interés son grupos o individuos interdependientes que afectan o a quienes afectan las decisiones empresariales. Follett sugirió tratar con los distintos grupos de interés usando un concepto ideado por ella, la perspectiva de la "unidad integradora". Integrar es buscar una solución en la que los deseos de ambas partes tienen un sitio, y en la que ninguna parte ha de sacrificar nada.

Follett también se interesó por el estudio de cómo una organización genera poder. La autora subraya que "el derecho moral a una autoridad que no se ha desarrollado psicológicamente, que no es una expresión de una capacidad, es una ética vacía". No niega el derecho moral a una autoridad, sino que considera que el poder y la autoridad han de desarrollarse. Follett observó que la autoridad real que conlleva la responsabilidad ética proviene de una función más que de una posición estática.

La cooperación está relacionada con la integración, y ésta trae consigo una "unidad integradora". De modo que alcanzar la unidad en las organizaciones empresariales es crucial. La cooperación también significa dar responsabilidad a los empleados. Follett insistió en la preservación de la integridad de todos los individuos y destacó la importancia de fomentar el desarrollo personal de todas las personas relacionadas con una organización. Precisamente, para la autora, "la función principal de la empresa es brindar una oportunidad para el desarrollo personal mediante una mejor organización de las relaciones humanas".

Follett habló de la "responsabilidad corporativa" en un sentido muy concreto. Con ese término designó la responsabilidad de todos con el conjunto. La responsabilidad colectiva es el resultado de su visión de la empresa como "unidad integradora", en la que todos los individuos están integrados en el conjunto. Para Follett la empresa, al igual que la familia, "debería estar tan organizada que todos sientan esta responsabilidad (con el conjunto)".

En este sentido, Follett creía en la profesión del directivo como un verdadero servicio. Afirmó que su oficio descansa "sobre la base de un cuerpo de conocimiento probado, y que este conocimiento se ha de usar al servicio de los demás y no simplemente en interés propio".

Esta "motivación de servicio" también tiene una connotación ética, ya que servir a las personas, en general, puede considerarse socialmente deseable y éticamente bueno. Mediante este servicio, los directivos empresariales contribuyen al bienestar de la sociedad, y al actuar haciendo uso de la imaginación, fomentan la cultura. Follett también hizo referencia al directivo ético en su mención de una serie de cualidades que creía inherentes a la profesión del directivo empresarial y que pueden contribuir a hacer del mundo un lugar mejor: "honor profesional", "integridad profesional" y trabajo "honesto" (en función de los estándares de las profesiones, entre ellos sus códigos de conducta). Según la filósofa, los directivos han de entender que la empresa es una oportunidad para el desarrollo de las personas en el seno de la organización, una contribución al bienestar social y a la cultura. La autora insistió en que los directivos deben cobrar conciencia de su responsabilidad social, no sólo como ciudadanos sino también como miembros de la profesión empresarial.

Follett rechazó la manipulación por ser éticamente impropia. Es más, presintió la necesidad de algún tipo de capacidad interna para percibir los hechos correctamente, incluso en su dimensión ética: "A la hora de recabar información sobre los hechos e informar sobre las situaciones se necesita algo más que honestidad, desinterés...; si queremos obtener una información precisa resultan imprescindibles la mayor de las delicadezas de percepción, oídos capaces de percibir todos los matices y sensibilidad para captar impresiones; por tanto, la información probablemente tendrá que ser reunida por varias personas". Esta cita recuerda la importancia de las virtudes humanas y cómo éstas contribuyen a una "sabiduría práctica", la cual, según la teoría de la ética de las virtudes, nos ayuda a descubrir la dimensión ética de la realidad.

 

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