EL APRENDIZAJE EN LAS ORGANIZACIONES
Fuente: Comportamiento Organizacional, Judith R. Gordon.
La Quinta Disciplina, el Arte y la Práctica de la Organización Abierta al Aprendizaje, Peter M. Senge.
¿Quién se ha llevado Mi Queso? Spencer Johnson, M.D.
El arte de aprender ha tendido a caer en descrédito o desinterés, ya que se le asocia exclusivamente a la
acción de incorporar o acumular información. No obstante, el aprendizaje no es sólo la acumulación de
información desechable o inerte, sino que constituye posiblemente nuestro mayor capital o potencial, ya
que aprender es sinónimo de cambiar, es decir, de crear, expandir y dirigir nuestro futuro.
Para muchos teóricos de las ciencias sociales, la capacidad de aprendizaje que tengan las organizaciones
determinará no sólo su competitividad en el mercado, sino también su permanencia en éste.
No obstante, para una organización que desea crecer y expandirse, no basta con sobrevivir. En este
sentido, el aprendizaje adaptativo o de supervivencia es necesario, pero no suficiente, por ello, se requiere
combinarlo con un aprendizaje generativo, es decir, un aprendizaje que aumente nuestra capacidad de
crear y desarrollarnos.
La Parábola de la Rana Hervida
La mala o nula adaptación a las amenazas de supervivencia en un entorno altamente cambiante han
hecho que muchas compañías fracasen en su gestión y como consecuencia desaparezcan. Esta situación ha
sido descrita en la literatura como “la parábola de la rana hervida”.
Si ponemos a una rana en una olla con agua hirviendo, inmediatamente intenta salir. Si ponemos a la
rana en el agua a la temperatura ambiente y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura
se eleva de 21 a 26 grados la rana no hace nada, incluso parece pasarlo bien. A medida que la
temperatura aumenta la rana está cada vez mas aturdida y finalmente no está en condiciones de salir de la
olla. Aunque nada se lo impide, la rana se queda allí y hierve. ¿Por qué? Porque la rana en su aparato
interno está preparada para detectar amenazas en relación con cambios repentinos en el medio ambiente,
no para cambios lentos y graduales.
En el libro “Quién se ha llevado mi queso”, de Spencer Johnson, que tiene como contenido principal el
cómo adaptarnos a un mundo en constante cambio, se comenta esta parábola de la rana hervida. De
hecho, uno de los aprendizajes del personaje principal es “notar enseguida que los pequeños
cambios ayudan a adaptarse a los cambios más grandes que están por llegar”.
El aprendizaje, por lo tanto, debe tener una óptica del pasado (aprender de nuestra experiencia), pero
también del presente, notar los cambios y necesidades actuales, para tener una visión del futuro, es decir,
lo que nosotros queremos ser y cómo podemos lograrlo.
Aprendizaje Consciente v/s Aprendizaje Inconsciente
El aprendizaje no sólo se identifica a menudo con la adquisición de conocimientos e insights (darse
cuenta), sino que además, y con mucha frecuencia, la misma gente lo equipara con el aprendizaje
consciente. No obstante, una buena parte del aprendizaje tiene lugar de manera inconsciente.
Una forma de clasificar los tipos de aprendizaje es en informal, formal y técnico de acuerdo a lo propuesto
por Hall en su libro “The silent language”.
Aprendizaje Informal. Consiste en aprender por imitación, es decir, adquirir las habilidades de
otras personas. Probablemente, ésta es la primera forma de aprendizaje. El bebé que aprende a decir
papá, a negar o asentir con la cabeza y a mover las manos para saludar, lo hace por imitación. Pero
incluso más adelante en nuestras vidas, ésta continúa siendo una importante forma de aprendizaje,
por medio de la cual imitamos a quienes consideramos capaces, admiramos o nos son agradables y
evitamos copiar a aquellos que nos parecen incapaces o no nos gustan. Así, en este tipo de
aprendizaje, hay siempre personas que cumplen la función de modelos. Estos otros, a menudo sin
percatarse, ayudan a aprender y, por lo tanto, cumplen el rol de educadores.
Aprendizaje Formal. Es aquel que se aprende en base a recompensas y castigos, como cumplidos,
incentivos, bonos o reprobación, reprimenda, denegaciones o sanciones. Esta es también una forma
muy temprana de aprendizaje. La mayoría de nosotros aprendimos así las reglas para comportarnos
en la mesa y los buenos modales. Aquí, de nuevo, el aprendizaje se lleva a cabo a través de reacciones
de otros y resulta otra vez crucial lo importante que sea la otra persona para quien aprende.
Por lo general, ambos tipos de aprendizaje, formal e informal, abarcan los procesos de aprendizaje que
tienen lugar inconscientemente y con frecuencia se les denomina aprendizaje mediante la experiencia.
Casi siempre aprendemos las reglas del juego que gobiernan nuestra conducta interactiva en la primera
infancia y a través de la experiencia. A menudo, sólo después (a veces no es hasta después de años) nos
percatamos que hemos aprendido algo. Este descubrimiento nos da un insight sobre lo que hemos
aprendido.
Por otro lado, aprendemos cosas de las que nunca tomamos conciencia a lo largo de nuestras vidas. Por
ejemplo ¿quién está al tanto de la distancia que las personas deben mantener entre sí?. Aparte de este
acuerdo inconsciente, existe también una diferencia significativa entre el aprendizaje formal e informal.
Aprender por imitación está mucho menos asociado a las emociones que aprender por premios o castigos.
A pesar de lo inconsciente que puede ser este último aprendizaje, siempre despierta emociones, en mayor
o menor medida. Las recompensas a menudo conducen a sentimientos de placer, felicidad, satisfacción y
los castigos pueden propiciar reacciones de frustración, pena u obstinación.
Estas emociones a menudo resurgen cuando uno toma conciencia del proceso de aprendizaje.
El aprendizaje metódico o técnico. Según el autor, éste es el tipo de aprendizaje consciente.
Consiste en estar ocupado de una manera consciente de aprender, lo cual también quiere decir que es
un método de aprendizaje elegido conscientemente. No obstante, la imitación, como también las
recompensas y castigos, pueden ser métodos de aprendizaje consciente. El aprendizaje consciente
conduce a un nivel de competencia más alto, puesto que es acumulativo y progresivo. Gracias a que la
gente sabe que ha aprendido y como lo ha hecho, puede decidir si corrige el proceso o continúa con
él. En otras palabras, el aprendizaje consciente nos ofrece la oportunidad de generar cambios en
nuestra conducta. En contraste, el aprendizaje inconsciente es repetitivo, se imitan modelos y se
repiten conductas que se premian y se evitan aquellas que se castigan, no hay innovación o cambio de
perspectiva. Es reiterativo, siempre son otros los que determinan nuestra conducta.
Para resumir, a menudo el aprendizaje es equiparado de forma implícita con el aprendizaje consciente, sin embargo, gran parte
de la conducta, en particular la conducta colectiva se aprende de manera inconsciente, tanto formal como informalmente. Por
esta razón todavía hay muchas organizaciones en las que se aprende bastante, pero cuyos potenciales de aprendizaje son aún
muy bajos.
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